Y es aquí, al pie del mar dónde por fin empiezo a sentir que ser sobreviviente implica lidiar con un montón de emociones y sensaciones que debo entender, procesar y asimilar.
La verdad es que estar cerca de la muerte no me ha afectado tanto como todo lo que viví antes y después de quedarme dormida por dos semanas.
La soledad infinita, el silencio absoluto, la falta de contacto con otro ser humano que te tienda la mano y te acompañe, son cosas que resiento muy profundamente. Morir es un proceso natural pero morir en soledad no, no para mí.
Despertar confundida, sin saber qué pasa, dónde estás, qué día es, qué hora, es una sensación que aún no logro describir bien; luego, darte cuenta y tener conciencia de que lo que estás viviendo te está haciendo sufrir y también a tu familia, a quienes quieres empeora todo.
Lo tremendo del COVID no es el virus, a pesar del salvaje impacto que tiene en quienes la pasamos mal, para los que estamos dentro de ese 5% de personas que “se complican”.
Lo tremendo del bicho es la soledad en que nos sumerge sin piedad hasta que nuestro cuerpo, nuestra alma o alguna fuerza suprema, decide si te quedas o te vas. Yo estoy de regreso a la vida que tanto amo, estoy de vuelta a mi familia, a mis amigos más queridos, a mi Sol y agradezco infinitamente por eso.
Soy una sobreviviente, soy una guerrera que tiene un camino largo por recorrer aún pero ya no en silencio, en soledad, ya no entre susurros y sonidos extraños, ajenos.
Disfruto lo que tengo, soy feliz al pie del mar y sabiendo que quienes me aman no sufren por mí, yo no sufro tampoco.
Conozco lo que es vivir con una enfermedad, la EM me ha enseñado mucho, será por eso que mi recuperación de la COVID ha sido más rápida y llevadera, será? Para algo más tenia que servir.. .💪🏻💪🏻💪🏻
Deje su comentario