El tiempo es un compañero increíble, es capaz de transformar cosas impensables. A veces, como hoy, me detengo un rato y miro atrás; me doy cuenta de que mi esencia es la misma: soy la de siempre, pero algunas cosas he logrado limar, adaptar y entonces vivo mejor.
He comprobado que discutir con personas cerradas y negativas no me llevará a nada; luego no discuto más, para qué, ¿si eso no cambiará nada?
Mi vehemencia e intensidad, que no se han ido, se han convertido en una mejor disposición para escuchar y quedarme callada; han dado pie para una suerte de selectividad, sí, escojo con quién vale la pena estar, escucho consejos, sugerencias y opiniones de la gente que en verdad me quiere y sé que lo hace de buena fe.
No soy tan ‘tía’, pero el tiempo me ha mostrado que si alguien se quiere ir de mi vida, no tiene el menor sentido detenerlo; para el que no quiere ser parte, la puerta está abierta de par en par y si me fallan, de seguro me dará pena, pero sencillamente me alejaré y listo. Mi mamá una vez me dijo: “el que se va sin que lo boten regresa sin que lo llamen”.
Antes enfrentaba todo, no importaba nada; la osadía, la audacia eran parte de mi día a día. Sigo siendo igual, pero pienso un poco más antes de mandarme sin pensar en las consecuencias. Ahora, al menos, miro de reojo ‘la piscina’ para ver si tiene agua, al menos la mitad antes de tirarme. Sigo siendo persistente, terca, pero ahora me doy cuenta de que es absolutamente desgastante hacer eso si sé de antemano que no hay solución; aprendí, entonces, que lo que me molesta no tiene sentido que lo enfrente como si mi honor y mi orgullo estuvieran en juego. Lo que me fastidia o molesta, me hace daño o me resta, sencillamente lo evito, procuro no darle importancia, no vale la pena, la vida es corta para vivir y hacer cosas que no quiero, la gente tóxica no tiene espacio en mi vida, así que, también pasan no más.
Finalmente, he comprobado que lo que sale de mi vida es porque no me hace falta, no me aporta y que además donde la ignorancia habla, la inteligencia calla. Y los que están conmigo en momentos buenos y malos o muy malos son tesoros que debo guardar, proteger, agradecer y valorar siempre.
¿Les comento algo? Sin pensarlo mucho, vivo más tranquila y aprovechó mejor el tiempo, mis momentos especiales.

Hasta la próxima